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martes, 21 de febrero de 2012

Crispados y alterados


Vengo dándome cuenta, a raíz de los partidos que pito como árbitro de baloncesto, lo crispada que puede llegar a ponerse la gente.
Ya llevo un tiempo en esto (5 temporadas contando la actual), pero no había notado hasta ahora todo lo suficiente esta situación: la gente se crispa de una manera que no es normal, y eso que estoy en un deporte que se supone "civilizado" (ya saben que en el fútbol hay muchísimos más cafres que en cualquier otro deporte).
Veo gente que en un partido está más pendiente del árbitro que del propio partido en sí. Veo gente que a la menor jugada dudosa protesta como un energúmeno. Veo gente que, cuando protesta, te da perfectamente la impresión de que se la coge con papel de fumar, que pretende llevar una razón que no lleva para nada. En fin, veo gente muy alterada en los partidos.
La gente, leyendo esto, podrá pensar: "Bueno, las protestas digamos que van en el sueldo del árbitro". Pues no, señores. Lo que nosotros tenemos que aguantar muchas veces no se paga ni con todo el dinero del mundo. Tenemos que soportar situaciones duras, muy duras.
La gente ve muy fácil arbitrar un partido, pero no lo es. Arbitrar supone tener unas responsabilidades. Aparte de saberse las reglas (esto que acabo de decir parecerá una tontería, pero no lo es, que hay alguno que no sabe ni de qué forma son los balones con los que se juega), hay que saber mantener las formas y la calma, saber dialogar, y lo más importante, procurar que el partido no se te vaya de las manos.
Pues bien, más de uno y de dos, por lo que veo, parece ser que no se da cuenta de que deben colaborar con el árbitro a llevar bien el partido. Con eso de colaborar con el árbitro, no solo me refiero a los jugadores, entrenadores y delegados de los equipos. Me refiero también a los aficionados que van a ver los partidos.
Con los aficionados, me viene a la cabeza enseguida los padres que llevan a sus hijos a los partidos. Es cierto que hay bastantes aficionados que se comportan, pero también hay muchos otros que dejan que desear en cuanto a actitud. Los padres de los niños, a los que he nombrado antes, suelen ser los que más lata dan con las protestas (ya he visto más de un padre a gritos y de una madre maruja en plan verdulera). Más de un aficionado caldea un partido con su actitud.
El hecho de protestar no implica el ponerse hecho una bestia parda, ni mucho menos.
Es cierto que nosotros los árbitros tenemos a nuestra mano las suficientes medidas para cortar ciertas actitudes, pero ayuda mucho a nuestra labor el hecho de que un equipo se dedique únicamente a jugar, y si llega a protestar, lo haga de buenas maneras y con criterio.
A mucha gente le recomendaría (y le recomiendo) que prueben a coger un silbato y a pitar un partido. Las cosas cambiarían si todo el mundo probara a pitar un partido. Yo mismo, antes de empezar a arbitrar partidos, había ocasiones en las que ponía a parir al árbitro de turno (cuando veía algún partido por la tele), y mírenme ahora: ya soy un árbitro con experiencia, calmado e incluso con un premio.
Tras todo esto que acabo de contar, les digo algo: tómense el deporte como lo que es, un entretenimiento, y no como algo en lo que descargar todas las frustraciones y rabias. Para eso, cómprense un saco de boxeo y descarguen toda su furia contra él (podría recomendar otra cosa en vez de esto del saco de boxeo, pero es que la hora en la que estoy escribiendo esto me da que pensar que todavía es un horario infantil).
Saludos y buen arbitraje.

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